El mensaje presidencial por Fiestas Patrias es, sin duda, el acto central en honor al aniversario patrio. Sin embargo, muchos lo califican de aburrido, más de lo mismo, etc. Más aún, los  cuestionamientos se incrementan en el momento, por ejemplo, en el que el Presidente Ollanta Humala empieza a leer todo el mensaje a la nación pues daría a entender, para algunos, desconocimiento de los avances de su propio gobierno. Lo cierto es que el mensaje presidencial se lee porque así está reglado en nuestra Constitución.

En nuestro país, la figura del mensaje presidencial existe desde la Constitución de 1823 pero la singularidad de presentarlo por escrito data recién de la Constitución de 1979. El cambio fue a causa de un peculiar incidente con el presidente Belaúnde, quien en 1964 ofreció un discurso sin ser leído, tal como era la costumbre.

Lo sorprendente fue que, sin auxilio de papel alguno, dio un mensaje repleto de nombres de personas, lugares geográficos, cifras y datos numéricos, sin el menor titubeo. Por ello, la oposición de la época, dudó de los datos expresados oralmente y manifestó que estos deberían provenir de una fuente escrita. Esta es la razón por la cual la bancada aprista introduce en la Constitución de 1979 la obligación de que el mensaje sea presentado por escrito.     

La actual Constitución (artículo 118, inciso 7), recogiendo lo estipulado por su predecesora, obliga al Presidente de la República a dirigir mensajes al Congreso “en forma personal y por escrito, al instalarse la primera legislatura ordinaria”. Estos mensajes deben contener “la exposición detallada de la situación de la República y las mejoras y reformas que el Presidente juzgue necesarias y convenientes para su consideración por el Congreso”. Así, el contenido del mismo es tanto una rendición de cuentas como la presentación de reformas que deben materializarse en propuestas legislativas.

Entonces, ¿para qué sirve un mensaje presidencial?

El artículo 5 del Reglamento del Congreso señala que el mensaje presidencial es un mecanismo de control del Legislativo hacia el Ejecutivo (es más, se trata del único momento en el cual el Presidente de la Republica está obligado constitucionalmente a asistir al Congreso). En esa perspectiva, el Poder Ejecutivo rinde cuentas al Congreso anualmente y en función a lo manifestado el año anterior. Asimismo, el mensaje presidencial también debe proponer reformas y/o planes que se conviertan en propuestas normativas (caso contrario, el Congreso no podría cumplir el mandato constitucional de tomar en consideración las mismas).

Para asegurar la responsabilidad política del mensaje, la Constitución prevé que esté refrendado por el Concejo de Ministros. Así, en caso de no cumplir con alguno de los puntos expuestos, el Premier podría ser interpelado. De igual manera, es el Presidente, mediante su planteamiento de reformas, quien impulsa la agenda económica, política y legislativa de cada año a seguir por el Estado.

Cuando se respondía un mensaje a la nación

En el Perú, antiguamente, el titular del Parlamento podía contestar el discurso presidencial in situ, pero más que un análisis se trataba de una cortesía, más aún si este era del oficialismo. Dicha contestación nunca estuvo estipulada ni en la Constitución ni en el Reglamento.

Esta peculiar práctica se anuló cuando llegaron los incidentes. El más recordado es el de 1864 durante el gobierno del general Juan Pezet. El entonces presidente del Senado, Ramón Castilla, le exigió cuentas a Pezet por las acciones frente a la amenaza española. Lo acusó de actuar por descuido o por “connivencias criminales”. Pezet replicó rompiendo el protocolo.

Características del Mensaje Presidencial