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¿La mujer está de moda?

¿La mujer está de moda?

La estadística es una ciencia que, con bastante frecuencia, muestra con sus resultados lo que está de moda en nuestras sociedades. El sustento popular del fenómeno podría resumirse en: ‘si lo dicen los números, será verdad’.

Por Marianella Ledesma

miércoles 17 de septiembre 2014

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En relación a la estadística que nos muestra la distribución de la población peruana por sexo, podríamos decir que la mujer estuvo de ‘moda’ según los censos nacionales de los años 1993 y 2003. Éramos mayoría sobre los hombres, por un 50,3%. 

Actualmente, sin embargo, esa realidad ha cambiado, ya que el INEI nos dice que hay más hombres que mujeres en el Perú. 

A pesar de que las mujeres siguen representando un porcentaje importante en la composición de la población, sus posibilidades de desarrollo en la vida social del país no han sido del todo favorables a lo largo de estos años; es innegable, por otra parte, el avance acelerado que han asumido en diversos campos de la cultura, a tal punto que han roto con el clásico estereotipo de profesiones ancladas a determinado género.  

Hace varias décadas, por ejemplo, el estudio del Derecho no era una actividad asociada a las mujeres; hoy en las aulas universitarias, esa distinción ya no se mantiene. El elemento femenino ha crecido abrumadoramente, pero ese protagonismo sigue siendo débil pues no se refleja con la misma intensidad en los cargos laborales de dirección y gestión pública. Basta analizar la reciente conformación del Tribunal Constitucional para concluir que la incorporación de las mujeres en la judicatura no tiene la misma importancia que el elemento masculino.  

Impartir justicia siempre fue una labor históricamente masculina. Romas y sus cónsules eran hombres. Los patricios eran pater familias, dueños de sus esclavos y sus mujeres. A lo largo de la historia “occidental” la mujer no ha tenido mayor rol que el de obedecer. Hoy los colegiados judiciales integrados por mujeres representan una ruptura históricamente traumática para las mentes patriarcales y machistas. Es verdad que en el imaginario colectivo existe la tendencia de asociar a la mujer como a una persona honesta, sin embargo esta circunstancia sigue siendo un modo desdibujado de menospreciar sus capacidades académicas y políticas. Los colegiados judiciales deben  conformarse como reflejo del ejercicio de dichas capacidades –demostradas de manera sobresaliente al haberse abierto en un torneo de desigualdad de oportunidades–. 

La justicia, como mayor mandato ético moral en un país, no puede ni debe ser reservado sólo para los hombres (no solo por un acto de justicia de igualdad, ya que la justicia se aplica tanto para mujeres y hombres y el ser dirigida solo por hombres ya dice mucho de la injusticia patriarcal), sino porque no permite a numerosas personas capacitadas el poder aplicar dichos conocimientos por el simple hecho de ser “mujeres”.   

Consideramos que la mujer en la composición de los tribunales debería estar de moda, porque ese ancestral estigma patriarcal tiene que ser superado por una visión de género con equidad.

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