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Jorge Toyama: El laboralista

Jorge Toyama: El laboralista

Al poco tiempo de comenzar su carrera como profesional, el joven abogado tuvo una idea brillante, innovadora. O eso, al menos, pensaba él. En un país con un número tan elevado de empresas deudoras a los aportes a EsSalud, quizás sería un buen negocio ofrecerles una ayuda legal que, claramente, necesitaban. Conoce al personaje detrás del nombre.

Por Redacción Laley.pe

domingo 14 de junio 2015

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*Por: Ángel García Catalá

El joven abogado, emocionado ante su propia iniciativa –de la forma en la que solo los jóvenes se pueden emocionar–, decidió enviar un importante número de cartas a un igualmente importante número de empresas. De todos los tipos, grandes y pequeñas. La ilusión duró poco o, más bien, nunca llegó, pues de todas las cartas enviadas a las empresas, solo una fue contestada. Sus términos, en cualquier caso, eran más que desalentadores: “deje de molestarnos o le denunciaremos”. Tras el fracaso, la frustración se apoderó del joven abogado. Por suerte, por pocas semanas. Y le sirvió, ya analizado tras el paso de los años, para esforzarse aún más y buscar siempre alternativas. Debió encontrar algunas, pues actualmente ese joven, cargado  de esperanzas e ilusiones, es uno de los abogados laboralistas más importantes del país. ¿Su nombre? Jorge Toyama Miyagusuku.

Neves + Vinatea = Toyama

Antes de aquella experiencia, mientras todavía estudiaba De – recho en la universidad, Toyama ya tenía claro que su especialidad sería el Derecho Laboral. Lo des – cubrió en el tercer ciclo, gracias a las enseñanzas de Javier Neves, su profesor en Derecho Laboral. “Él es culpable de que estemos sen – tados hoy, acá. Él me enseñó no solo el curso de Derecho Laboral, sino el significado profundo de esta rama”, recuerda.

Tener las cosas tan claras desde un principio, le ahorró lo que Toyama denomina “crisis existencial profesional”, y que no es más que ese periodo que casi todo estudiante pasa antes de decidir a lo que quiere dedicarse. Esta ventaja, sin embargo, también vino con una carga relativamente negativa: el monoteísmo profesional. En una demostración de sinceridad, Toyama confiesa que “me preguntas algo de legislación sobre el IGV, y ando perdido”. Eso, en cualquier caso, no le preocupa demasiado, sino es por las ocasiones en las que algún familiar, creyéndolo un abogado “todista”, le pregunta sobre algún problema en particular ajeno a su campo. En esos casos, “no sé” es la respuesta que más le cuesta dar.

Claro que el hecho de optar por esta suerte de monoteísmo profesional, también le confirió a Toyama la oportunidad de conocer ampliamente un campo que verdaderamente le interesaba y disfrutaba. No solo de manera académica, a través de las clases del profesor Neves, sino también de forma empírica, debido a las prácticas profesionales. En este caso, el mentor de Toyama fue Luis Vinatea, quien entonces ejercía como jefe de prácticas del curso de Neves, y le propuso al estudiante entrar como practicante en su estudio de abogados (Laos, Aguilar, Calderón, Celi y Vinatea) nada más al acabar el ciclo.

“En realidad, soy una mezcla de ambos. Tanto a Javier Neves como a Luis Vinatea les debo y agradezco muchísimo”, dice Toyama al valorar el aporte que tuvieron sobre su carrera. A los dos les une, reflexiona, una misma característica especial: la capacidad de compartir y una profunda amistad. “El abogado tiende a encerrarse en una esfera determinada, en un núcleo duro. Sin embargo, los dos me enseñaron que la convicción de compartir conocimientos, sin pedir nada a cambio, es imbatible, ya que consigue que, por un lado la profesión sea lo más digna posible y, por el otro, incentive el cultivo de los valores en las personas, no los suprima”.

La familia como principio

Desde entonces, esos valores humanísticos siempre han estado muy presentes en la carrera de Toyama. Tras acabar sus estudios, tuvo la oportunidad de crear el área laboral de dos estudios, uno de los cuales era el Estudio Hernández –fue en aquella época cuando tuvo lugar el episodio de las cartas–. Pasados siete años en ese puesto, su trayectoria volvió a unirse a la de Vinatea, quien decidió formar una “boutique laboral” junto a él. De esta forma, nació el Estudio Vinatea y Toyama, que después de dos años y medio se unió con el estudio Mirando & Amado Abogados, donde sigue ejerciendo en la actualidad.

Una práctica, la del derecho laboral, que él considera “muy especial, pues trata con uno de los aspectos más delicados de la vida humana, que es el ingreso de la familia. Detrás de una remuneración o un trabajador está la familia. Un mal despido o un despido injusto, no solo afecta al trabajador, sino también a su familia”.

La cuestión, para alguien que considera que “la esencia de todo es la familia; los valores y creencias se construyen a partir de la casa”, no es, sin duda, menor. Por eso no suena radical que el mismo Toyama califique el despido como “acto de violencia”. Al fin y al cabo, argumenta, es por esa razón que “se considera que la remuneración es alimentaria”. Estas son el tipo de consideraciones que despiertan en el interés de Toyama sobre el campo profesional que domina. Cuestionándose sobre la naturaleza del derecho laboral, le atribuye una condición “singular, pues no es ni un derecho privado ni uno público. Es lo que se llama un derecho social”.

En su opinión, “un laboralista nunca debería perder eso de vista, al margen de qué lado de la mesa esté, ya sea asesorando a un trabajador o a un empleador. Al final no solo está en juego el trabajador, sino su familia entera”.

Quizás la reflexión sea uno de los principales consejos a las nuevas generaciones de estudiantes y abogados, a los que también advierte sobre la perspectiva de una profesión cada vez más exigente. “Hoy en día ya no se puede ser un especialista en todo el ámbito laboral, sino que debes subespecializarte en algo concreto. Es tal la información y el nivel de complejidad que uno tiene que ver lo más relevante y dedicarse a dos o tres especialidades. Es un reto, sí, pero también una oportunidad”, concluye.

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