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Thomas Piketty: El capital en el siglo XXI

Thomas Piketty: El capital en el siglo XXI

A lo largo de su carrera, y especialmente en esta reciente publicación, el economista francés ha demostrado con datos y evidencia empírica que bajo un conjunto bastante común de condiciones, la desigualdad le es intrínseca al capitalismo. Aquí una breve reseña.

Por Redacción Laley.pe

martes 27 de enero 2015

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Este libro, ya disponible en los escaparates de las librerías limeñas, está en boca de muchísimos economistas y de quienes, por trabajo, profesión, afición o curiosidad, se interesan en los asuntos económicos. También ha provocado largas reflexiones y análisis en las publicaciones más reputadas de todo el mundo, desde las especializadas como el The Economist y BusinessWeek, pasando por el Financial Times, hasta el The Guardian, el New York Times y el Washington Post.

Las opiniones respecto a las conclusiones del trabajo de Thomas Piketty están divididas. Algunos piensan que está equivocado y otros que las cosas que ha descubierto (o más bien demostrado) este economista de 43 años, ya habían sido dictadas por el sentido común.

Pero, ¿qué cosa tan importante ha descubierto –o dice haber descubierto– este especialista francés que ha catapultado su primer libro (un ladrillo de 600 páginas escrito en un lenguaje poco amigable al profano) al tope de los rankings de los más vendidos y lo ha convertido en uno de los académicos más famosos del globo?

Piketty ha demostrado con datos y evidencia empírica que bajo un conjunto bastante común de condiciones, la desigualdad le es intrínseca al capitalismo. Ni más ni menos. Si la acumulación de capital en una economía determinada supera por un plazo más o menos largo la tasa de crecimiento de esta, la desigualdad se dispara.

Los datos recogidos por Piketty para demostrar su hipótesis se remontan a más de 250 años en el pasado. Uno de los datos más interesantes es que la riqueza, al menos en Europa, nunca volvió a estar tan concentrada como lo estuvo hasta antes de la Primera Guerra Mundial. La destrucción de riqueza fungió de un ecualizador de las diferencias patrimoniales en el viejo continente.

Para que tengamos una idea de la dimensión de la polémica desatada alrededor del libro y sus conclusiones, citaremos el intercambio que sostuvieron al respeto el Financial Times y el The Economist.

Unas semanas luego de su publicación, el editor económico del Financial Times, Chris Giles, acusó a Piketty de haber realizado un análisis pobre y de mala calidad de los datos que había recogido (sugirió que Piketty solo había tomado los datos que confirmaban su teoría y dejado fuera los que la contradecían) y que, por lo tanto, su hipótesis no se sostenía.

La conclusión del francés, decía Giles, estaba equivocada. Al día siguiente, el The Economist publicó una respuesta en la que a su vez sugería que el editor del Financial Times se había excedido en sus impresiones y que los errores que supuestamente había encontrado en los datos de Piketty, no eran tales.

El incidente provocó la intervención del propio autor que envió sus respuestas a las observaciones del economista del Financial Times. Más tarde, el colaborador económico del The Guardian, Howard Reed, confirmó los datos de Piketty y demostró que quien se había equivocado desde el principio fue Giles.

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