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Mujer, ¿no te has dado cuenta que te están quitando tus poderes?

Mujer, ¿no te has dado cuenta que te están quitando tus poderes?

Las intervenciones innecesarias en el nacimiento de los bebés traerían consecuencias dañinas a largo plazo para la humanidad

Por Yolanda Tito Puca

viernes 10 de julio 2015

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Cuando me enteré de que estaba embarazada, caí en cuenta de que a mi alrededor todos los nacimientos de los que tuve noticia fueron por cesárea, Solo con googlear un poco, me enteré de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que apenas el 15% de los nacimientos deberían ocurrir por ese procedimiento quirúrgico. ¿Es que acaso yo conocía solo a mujeres de ese 15%? ¡Pues no! Resulta que el nivel de cesáreas en el ámbito de la salud privada llega a un abusivo y escandaloso 70 % de los nacimientos.

Poco después, leí un estudio científico de la Universidad de Yale que da cuenta de una proteína llamada UCP2 (que estimula el desarrollo cerebral en las primeras semanas de vida y es responsable del funcionamiento de la memoria, la orientación en el espacio y participa en el mecanismo de la formación de las emociones) que está presente en niveles más altos si se nace por parto natural, o cuando por lo menos este tiene inicio. Luego de ello, más interesada que antes, me informé mucho más. Me di cuenta que el conocimiento te empodera, te permite tomar mejores decisiones y que acorta la ventaja de los médicos sobre nosotras, porque por desinformación se nos está quitando nuestro (súper) poder de parir naturalmente, y ¡nos estamos dejando solo por tomar la posición facilista de hacer a pie juntillas lo que nos dicen! Y es que poco o nada sabemos de este proceso natural. Se ha medicalizado un evento de la vida, como si fuese un problema de salud.

El proyecto de ley a favor del “parto humanizado” (Proyecto N° 1158/2011-CR, que ya cuenta con dictamen de la Comisión de Salud y Población, y está esperando su pase al Pleno), procura proteger el derecho de las mujeres al parto natural y a su protagonismo en él, sancionando a las intervenciones quirúrgicas innecesarias. Y es que el parto y el nacimiento como el principio del proceso y el punto de partida de la vida, respectivamente, afectan al resto de la existencia humana como parece señalar la investigación de la Universidad de Yale.

Sin duda, la humanización del parto, en los términos del proyecto de ley, constituye una necesidad evidente y urgente. Mi experiencia me hace ver que para la sociedad esto sería apenas una prerrogativa para hippies, hípsters, andinas y amazónicas (por ejemplo: la única referencia de parto vertical en el sistema de salud público que encontré fue en atención de la “interculturalidad” de la parturienta). O sea, una mujer como yo –obligada a que le sellen un burocrático Certificado de Incapacidad Temporal para el Trabajo (CITT) en una dependencia del seguro social– solo puede ver nacer a su bebé como “tiene que ser”, para poder acceder al descanso postnatal y a los beneficios que este documento trae consigo.

La exposición de motivos se sustenta en los beneficios de nacer naturalmente frente a una cesárea muchas veces programada por la comodidad de las agendas los médicos (un parto natural puede ocurrir de madrugada, en feriados, ¡en días de fútbol!) o, peor aún, alegando falsos motivos para intervenir quirúrgicamente a la madre (feto de nalgas, cesárea previa, placenta vieja, pelvis estrecha, bebé que “no baja”, mujer demasiado pequeña, mujer demasiado grande, madre muy joven, madre muy vieja, mujer que no dilata), cuando en realidad las razones son que el médico no está (o no se siente) capacitado para afrontar un parto “diferente” (yo diría que lo saca de su zona de confort) y que con la cesárea se gana más dinero.

Pocas mujeres embarazadas, incluso aquellas que ven nacer a sus hijos sin cesáreas innecesarias, saben que día a día son víctimas de la violencia obstétrica (uso rutinario de la hormona sintética llamada oxitocina, restricción de movimientos, parto horizontal en posición ginecológica y sin intimidad, uso indiscriminado de la episiotomía, incluso la separación del recién nacido) y que ello conlleva una afectación grave de sus derechos. Es sencillo, congéneres: un bebé con vueltas del cordón umbilical puede nacer naturalmente si está siendo atendido por un profesional capaz; echada no es físicamente posible que un feto “baje” por el canal de parto (no es una posición natural). Toda esa institucionalización del parto, con personal de salud alrededor (pero sola), más esos monitores y sondas en tu brazo bloquean el proceso hormonal que darían paso a un hermoso nacimiento con todos los beneficios que ello conlleva para la madre y su hijo ¿tan solo te has informado sobre cómo nacen los bebés en el primer mundo?

Por otro lado, un tema adicional será aquella cesárea electiva, programada por la mujer, asunto que plantea un problema moral que merece ser analizado por la Filosofía del Derecho, atendiendo a que el aumento del número de cesáreas practicadas sin motivos reales podría tener las consecuencias graves a largo plazo para la humanidad, según el estudio ya mencionado.

En este marco, esperamos que el Congreso esté a la altura de la tarea que le toca y debata este importante proyecto normativo. Creemos firmemente que la humanización en los cuidados que se proveen al comienzo de la vida humana para un nacimiento digno es determinante para las sociedades futuras.

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