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Maximizando la rentabilidad patrimonial en tiempo de crisis

Maximizando la rentabilidad patrimonial en tiempo de crisis

El autor desarrolla alternativas de inversión que permitirían, a las personas naturales y jurídicas, maximizar la rentabilidad patrimonial, considerando los efectos económicos negativos generados por las medidas de aislamiento social obligatorio por la COVID-19. Asimismo, destaca la innovación tecnológica como herramienta indispensable para tales fines.

Por Daniel Echaíz Moreno

miércoles 22 de julio 2020

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La crisis no es un problema sino una oportunidad. No es el fin sino el reinicio. Algunos ven el vaso medio vacío, pero otros lo ven medio lleno. Por consiguiente, la crisis puede significar la oportunidad para el renacimiento de una empresa que dirija sus esfuerzos a llenar el vaso para maximizar su rentabilidad a través de diversos mecanismos jurídicos que, con eficiencia, resiliencia y sinergia, generen valor para el accionista.

Puede aprovecharse la coyuntura para crear negocios de alta rentabilidad y mínimos gastos, con nichos de baja competencia (escasa oferta, como personal shopper), en sectores en crecimiento (mercados emergentes, como fintech), con pocos o nulos gastos de lanzamiento (pudiendo aprovecharse la tecnología para campañas promocionales on line), donde se apueste por el marketing focalizado (a través del networking), se huya de la guerra de precios (para evitar precios predatorios), se celebren alianzas estratégicas (mediante la estrategia win-win) y se reclute a los mejores profesionales (como el management para family office advisors).

Endeudarse es una alternativa por considerar. Al respecto suele afirmarse que existen dos tipos de deuda: la buena es la que pagan otros y la mala es la que pagas tú. La deuda que “pagan otros” es aquella en que el bien adquirido es explotado económicamente desde el inicio para que con sus frutos sufrague sus gastos (como la compra al crédito de un local comercial que es arrendado a largo plazo, con anualidades adelantadas). En cambio la deuda que “pagas tú” es aquella en que asumes directamente el costo del financiamiento sin aprovechar económicamente el bien (como la compra de un terreno mediante un préstamo bancario que recién empieza a construirse en él cuando se concluye el pago de dicho préstamo). Cuestión aparte, hemos dicho endeudarse, más no sobreendeudarse, porque si rebasamos nuestra capacidad de pago entramos en un círculo vicioso con deuda espiral. 

La mínima inversión es atractiva. Recibir más por menos anima al inversionista. Esto conlleva a comprar acciones bajo la par, lo que se produce cuando el valor de mercado (open market valuation, esto es su cotización en una subasta competitiva) es menor al valor nominal (capital social dividido entre el número de acciones de la compañía). También propicia adquirir empresas con pérdidas que, además de estar subvaluadas, permiten el beneficio tributario del arrastre de dichas pérdidas. Para ambos asuntos recuérdese que, en el ciclo económico dinámico, todo lo que baja, sube (o puede subir con ingenio empresarial). Adicionalmente, será menester considerar el ingreso a un mercado naciente (como las mineras junior o las startups biotecnológicas) que solo requiere capital semilla o que permite captar capital a través de diversas plataformas (como el crowdfunding).

Las fuentes de ingresos deben diversificarse (y maximizarse) a través de dividendos (por ejemplo, renta variable de empresas unicornios -que son startups tecnológicas que alcanzan el valor de mil millones de dólares-, multilatinas -que son compañías latinoamericanas expandidas por el mundo -o blue chips– que son empresas estables con alto nivel de liquidez-), devolución de préstamos participativos (convirtiendo al accionista además en acreedor de su propia empresa), clubes de inversión (como fondos mutuos), renta fija de valores mobiliarios (como Exchange Traded Fund o ETF, que es un fondo de inversión cotizado representativo de acciones de empresas líderes en un mercado bursátil), arrendamiento de inmuebles (a mediano o largo plazo, con pagos adelantados y con rentas anualizadas e indexadas a algún índice referencial para que mantengan valor constante) y diferentes tipos de inversión (por ejemplo, en bitcoins y otras criptomonedas).

Podrá considerarse el apalancamiento en otras empresas (en las que se participe como accionista o con un porcentaje sobre los beneficios), cobrar mediante bienes de atractivo valor económico (que se aprecien -y no deprecien- en el tiempo, como real estate, con operaciones de permuta o dación en pago) y utilizar opciones de compra (para vender el inmueble antes del vencimiento de la option, evitando el descalce de las operaciones y, por consiguiente, sin sacrificar liquidez). No puede obviarse el poder de la escalabilidad, por lo que será aconsejable establecer una alianza estratégica con un partner vitrina (que permita la exposición ante potenciales clientes, como un shopping center), con un market place (que difunda nuestra presencia virtual, sea local como Linio o sea internacional como Amazon), con un web site de promociones, ofertas y subastas (como eBay) y con un buscador global (como Google para lograr posicionamiento preferencial).

En momento de crisis, la banca también puede ser atractiva porque con el ánimo de captar clientes, prestan dinero a menores tasas de interés. Será conveniente trabajar con varios bancos a la vez para comparar condiciones y hacerlos competir entre ellos. No olvidemos las otras entidades financieras a las que también podemos acudir, como las cajas municipales, las financieras y las cooperativas de ahorro y crédito. Además existen mecanismos más sofisticados para invertir en los mercados local y foráneo como son la participación en un private equity (entidad especializada que adquiere el control accionario de una compañía), en un venture capital (capital de riesgo que invierte en startups, como aquellas que diseñan aplicativos de delivery) o en asset acquisitions (compra de activos estratégicos como terrenos en zonas de expansión urbana).

No hay que dejar de lado la innovación tecnológica para maximizar la rentabilidad patrimonial. Habrá que sistematizar procesos (mediante la reingeniería organizativa), crear canales digitales (por ejemplo, a través de un aplicativo), incursionar en el comercio on line (para ofrecer productos y servicios mediante e-commerce), crear una página web (a efectos de informar a los visitantes), lanzar landing pages (para convertir al visitante en lead), implementar medios electrónicos de pago (como un Point of Sale o POS), impulsar el comercio business to business (B2B, de empresa a empresa) y el comercio business to consumer (B2C, de empresa a cliente), recurrir a la facturación electrónica (que aligerará la contabilidad y la estructura de costos), utilizar los contratos electrónicos (incluyendo la firma digital) e implementar modelos tecnológicos de gestión (como el Customer Relationship Management o CRM que se basa en la satisfacción del cliente), entre otros.

En cualquiera de los supuestos anteriormente reseñados será imprescindible el análisis profesional para maximizar la rentabilidad, minimizar los costos, administrar el riesgo e identificar el ROI (retorno sobre la inversión que se obtiene al dividir el precio total entre los beneficios anuales, siendo lo ideal un ROI bajo), utilizando por ejemplo el análisis costo/beneficio o el análisis FODA (fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas), que conlleve al planeamiento legal (mediante contratos, sociedades y garantías, por ejemplo) y al planeamiento financiero (estructurando mecanismos de financiamiento) del negocio.


[*] Daniel Echaiz Moreno es socio fundador de Echaiz Abogados. 

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