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(*) Escribe Martín Santivañez Vivanvo
La realidad jurídica peruana destaca una premisa evidente: somos muchos abogados. En concreto, según el estudio hecho por La Ley , en el Perú hay 130 mil abogados colegiados. Esta explosión de la abogacía peruana ha transformado las reglas de juego. No es lo mismo un entorno con 30 mil abogados que uno con 130 mil. Además, el propio mercado de clientes también ha mutado.
Aunque no tenemos estudios sobre este punto, es posible afirmar, a tono con el resto de disciplinas, que el cliente se ha fragmentado y que la abogacía debe responder a esta complejidad. Si bien es cierto que el 50% de los abogados peruanos continúa ejerciendo en función a la clásica distinción civil-penal, nada impide que los despachos de abogados pequeños y medianos –necesitamos, a propósito, un estudio serio sobre los despachos peruanos–, aplicando unas reglas mínimas del management, sin abandonar su tradicional inclinación a estas materias, no logren un cierto grado de especialización en otras.
Porque, ciertamente, la especialización es una tendencia global, fruto de la complejidad del entorno. La especialización, por su naturaleza transversal, sirve para la consolidación de los despachos medianos y pequeños. En puridad, en el Perú el mercado continúa permitiendo la existencia de este tipo de Estudios de abogados. Muchos profesionales ejercen por su cuenta o en micro-estudios jurídicos. Este pequeño despacho es asociado con frecuencia a cierta práctica concreta (civil, penal, matrimonial) pero nada impide que un pequeño despacho, o incluso uno personal, sea capaz de diferenciarse mediante la especialización en un sector más rentable o internacional.
De hecho, el sector jurídico peruano permite la coexistencia de Estudios grandes, medianos y pequeños, incluso personales, y estos modelos son capaces de generar distintas ofertas para los más diversos clientes. Con toda probabilidad un Estudio pequeño no podrá, normalmente, asumir casos que requerirán la saturación de su capacidad efectiva.
Sin embargo, la vieja barrera de la captación de talento ya no es tal. Hoy, en un mundo caracterizado por la complejidad, es posible que los abogados especializados, voluntariamente, decidan dedicarse a un negocio propio sin necesidad de ingresar a las grandes firmas del mercado peruano.
Al igual que usted, conozco varios casos concretos de este tipo. El mercado peruano reconoce la calidad de numerosos abogados que, manteniendo una práctica individual con una cartera fija de clientes, son reconocidos y apreciados. Ninguno de ellos ha tenido que ceder a la necesidad de corporativizar su despacho.
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Ahora bien, a pesar de tener una abogacía que se dedica en un 50% al Derecho Civil y Penal, en el Perú ¿un despacho pequeño o mediano, solo puede dedicarse a estas materias? La respuesta va, por cierto, en un sentido contrario.
La masificación de un sector obliga a la diferenciación profesional y estratégica. El “micro-estudio” (MYPE jurídica) puede y debe especializarse. Para ello se torna imprescindible aplicar gerencia, desarrollar habilidades de management jurídico y posicionarse en materias distintas a las tradicionales que copan el mercado. Con todo, el posicionamiento depende de la estrategia que el Estudio de abogados asuma teniendo en cuenta que es fundamental reconocer que la complejidad del mercado de servicios jurídicos nos permite escoger nichos dónde existen menores opciones de servicios.
Esto, a su vez, genera la posibilidad de que un sector importante de la abogacía peruana gire hacia opciones innovadoras, en función a un nuevo enfoque propio de las necesidades que presenta un país en desarrollo. Son muchos los sectores estratégicos que el país está desarrollando. El Derecho debe acompañar este desarrollo, promoviendo el estudio de ramas concretas en función a los cambios del país.
Que la especialización va de la mano con la estrategia denota la importancia de cohesionar una visión integral compartida por todos los miembros del Estudio. La especialización solo es eficiente si la estrategia ha sido comunicada cabalmente a todos los involucrados.La estrategia de especialización nace de las ventajas comparativas que pueda tener el despacho, pero solo es efectiva si se implementa de forma integral.
Para ello, el proceso de comunicación tiene que impregnar todos los niveles de la organización. Si bien la decisión de especializarse depende, en un micro-estudio, del director del despacho, la comunicación de la estrategia tiene que ser muy concreta en todos los niveles. Así, un Estudio de abogados que aborda las dimensiones del Derecho de manera masificada y que se dedica esencialmente al “todismo” garantiza dos cosas: la supervivencia, sí, pero también el estancamiento del negocio a mediano plazo.
Es posible, en un entorno jurídico como el peruano, aprovechar el modelo especializado de alta performance como una vía para convertir nuestro mercado en uno más competitivo y moderno. La especialización implica, por supuesto, un alto grado de compenetración con las tendencias modernas del propio Derecho.
De la misma forma en que nuestra disciplina tuvo una fuerte influencia francesa en el siglo XIX, o alemana en el siglo XX, el derecho anglosajón (basta con revisar los CVs de muchos abogados rankeados en el Perú) es fundamental para comprender y dominar los desafíos del nuevo orden global.
(*) Decano de la Facultad de Derecho de la USIL