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Smart Lawyers

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La estrategia forma parte del ADN del abogado del siglo XXI. Un abogado sin estrategia está condenado a la irrelevancia operativa. De hecho, con mucha frecuencia, en una sociedad caracterizada por la complejidad y un alto grado de sofisticación, la estrategia se impone al conocimiento más riguroso, a la doctrina más cercana a la verdad.

Por Redacción Laley.pe

miércoles 18 de marzo 2015

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(*) Escribe Martín Santivañez Vivanco

En efecto, ¿cuántas veces, en el  Perú, las teorías más banales o  las escuelas más superficiales se imponen al realismo jurídico  o a cualquier escuela con un  mayor nivel de disciplina? La expansión del pensamiento débil en el Derecho peruano ha sido, desde hace décadas, una  expansión con estrategia. O, digámoslo de otra forma, una  expansión con más estrategia  que conocimiento. 

Algún novelista escribió que “el  mundo se salva por las formas”  y este apotegma suele esconder entre sus raíces la preferencia, el  triunfo de la estrategia sobre el conocimiento cierto de un campo explícito del saber. 

La inteligencia  aplicada al Derecho es contraria al mero uso de la estrategia por la estrategia. La inteligencia aplicada al Derecho busca la formación de abogados estrategas dotados de conocimientos, esto es, la preparación de abogados que sin abandonar la profundidad  de lo jurídico, sean capaces de difundir principios con visión, proyectándose en una sociedad concreta, transformando una coyuntura especial, reformando un sistema institucional en función  a una doctrina fuerte, que no  parta de eufemismos autoreferenciales o premisas tautológicas  o esotéricas. 

El abogado estratega conoce el Derecho y lo concibe no como el edificio simple de una serie de enunciados reduccionistas,  epidérmicos como el hoy tan de moda “soy libre y el Estado debe desaparecer” o el otrora  agobiante “el Derecho es una superestructura y el individuo  debe estar supeditado a la masa”. 

La diferencia entre la estrategia  inteligente y la estrategia a secas  es el control del conocimiento. Hay un corpus de calidad que  aporta al Derecho y este es superior  al conjunto de conceptos  que intentan una interpretación  ideológica de todo fenómeno jurídico. 

Siendo así, el empleo de la estrategia  no solo sirve para asentar una u otra escuela jurídica, sino también para transformar la propia  profesión jurídica. Lo que antes era el patrimonio de una elite, hoy se ha transformado en  una técnica (techné) capaz de ser  transmitida, globalizada y mejorada. El cultivo de la estrategia posibilita profundos cambios en el ejercicio de la abogacía. 

Lo que antes estaba circunscrito  a un Estado-nación, hoy se globaliza  porque la propia estrategia  reconoce la necesidad de un  enfoque multipolar. Y aquello que en el pasado constituía el modelo de negocio estándar (un  despacho de abogados centrado en el Derecho nacional) hoy es reemplazado por el imperativo de  la internacionalización. 

Los rankings son, también, un  elemento estratégico para el abogado  global. Antes el mercado,  debido a su tamaño, facilitaba  el proceso de marketing local de un Estudio. Hoy, sin una unidad  de ranking, sin una estrategia de  posicionamiento en función del  entorno (tailoring  y networking),  un despacho no encontrará la manera  de diferenciarse. Por eso, el  conocimiento del Derecho puede  ser enriquecido con la irrupción  en la abogacía de los métodos de  la inteligencia estratégica. 

De esta forma, la metodología  transversal de la inteligencia puede  y debe intervenir en la modernización  de la profesión jurídica,  porque sin estrategia basada en  el conocimiento la excelencia es  una quimera imposible de implementar.

(*) Decano de la Facultad de Derecho de la USIL

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