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Luego de 30 años ¿AFP para qué sirven?

Luego de 30 años ¿AFP para qué sirven?

Eduardo Gamarra Astete: “Ante el fracaso estatal sobre el manejo de las pensiones, se deja que el privado (que se “reputa” como una mejor opción ante la mediocridad de lo público) sea quien “tome las riendas” para dar resultados favorables a los aportantes”.

Por Eduardo Gamarra Astete

miércoles 25 de mayo 2022

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El fondo 1 de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) presenta rentabilidad en negativo por quinto mes consecutivo, según información publicada por la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS), señala el diario La República en su edición del 11 de mayo de 2022.

Además de la manifiesta falta de educación financiera de los que nos encontramos “atados de manos y a la vez encadenados” por imperio de la ley al sistema privado de pensiones, tenemos que soportar que las AFP nos mientan de una manera descarada. Siempre dijeron y así lo señalan las AFP en sus páginas web que el fondo 1 es el menos riesgoso, el menos sensible a los movimientos de la economía, adecuado para los afiliados que no tengan tolerancia al riesgo.

Las AFP son “solo palabras, tan solo palabras”, “propaganda, tan solo propaganda”. Así prefieren gastar en publicidad (al parecer les resulta más barato que esforzarse por solucionar el problema) para pintarnos la fábula de que al final del arco iris (en nuestra vejez) existe un tesoro que nos espera (gracias a la generosa, esforzada y poco reconocida labor que desarrollan), pero no les interesa invertir en una opción de mejora para nosotros los “esquilmados” aportantes que no tenemos ninguna garantía real sobre nuestros fondos de pensiones. Dicho sea de paso, la palabra esquilmado es sinónimo de: infecundo, estéril, improductivo. Que, al parecer va ser el destino final de todo lo que nos sustrajeron “legalmente” las AFP.

Sobre la creación de las AFP, César Abanto ([1]) señala que “se hacía necesaria (en el papel) ante la situación deficitaria y caótica por la cual atravesaba el Sistema Nacional de Pensiones (SNP), entonces administrado por el Instituto Peruano de Seguridad Social (IPSS)”, sin embargo, el referido autor subraya que se postula nuevamente que nuestro sistema de pensiones tenga que ser reformado de forma radical, ante las deficiencias del sistema nacional y del privado también. Parece un dejà vu en lo previsional.”

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Aquí, resulta de interés el análisis que realizan Ortiz, Durán-Valverde, Urban, Wodsak y Yu ([2]), sobre la privatización de las pensiones, señalando que los “trabajadores se convirtieron así en consumidores obligados del sector financiero, con lo que asumían individualmente todos los riesgos del mercado financiero sin contar con la suficiente información para tomar decisiones sensatas”. Además, señalan que: “Ningún país democrático avanzado e industrializado sustituyó su sistema público de pensiones por un sistema privado de cuentas individuales de capitalización plena. Sin embargo, en los países en desarrollo la privatización se presentó como la solución”.

Sugiero la lectura del documento de los autores citados porque describe como se aplicó un sistema pensionario que es rechazado en países capitalistas cuya economía se rige por el “dejar hacer y dejar pasar, el mundo camina solo” (laissez faire, laissez passer, le monde va de lui même). Lo que resulta contradictorio dado que si las AFP son la solución perfecta que garantiza pensiones adecuadas en un modelo de economía de mercado ¿no sería lógico que esos países lo adoptaran como suyo?

La solución debe partir de las AFP. Se supone que son los que conocen de la materia. Por ejemplo, si uno tiene un tema de salud acude al médico. Claro que un mal diagnóstico o tratamiento errado por parte de un “mata sanos” lejos de ayudar al enfermo puede llevarlo a la muerte. Si contratas y pagas para que te brinden un servicio esperas que este sea de calidad, con resultado positivo y solucione la necesidad demandada. No puede ser que luego “te trasladen” el costo de la ineficiencia. Tu pierdes, pero el que hace mal su trabajo igual cobra y encima te deja el problema tal y como estaba a un inicio.

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Así, ante el fracaso estatal sobre el manejo de las pensiones, se deja que el privado (que se “reputa” como una mejor opción ante la mediocridad de lo público) sea quien “tome las riendas” para dar resultados favorables a los aportantes. Sacas de lo público “algo” que no funciona, para que el privado lo haga bien. Las AFP si no están contaminadas de los vicios de lo público, no deben exponer excusas por no cumplir con garantizar una pensión adecuada “al final de los días” de los aportantes. Sin embargo, más se parecen a un ente público donde cobran (hagan mal o bien las cosas) sin ningún remordimiento ante el fracaso del rol que desempeñan.

Una cosa es un “acto de contrición” y otra el cinismo. La contrición implica aceptar lo que hice mal y corregirlo. Así, la “confesión” de Aldo Ferrini CEO de AFP Integra en el programa Enfoques Cruxados de Canal N, admitiendo que no mejoraron el ahorro del ciudadano para la pensión, ni alinearon sus comisiones a los intereses del afiliado, por centrarse en lo macroeconómico, implica reconocer que el privado tampoco garantiza una gestión adecuada de los aportes para pensiones que nos “expropian” por mandato legal. Dicho sea de paso, sobre la actuación del referido profesional del sector privado, sugiero la lectura del artículo de Juan Manuel Robles, que en su columna en Hildebrant en sus Trece del 13 de mayo de 2022, describe a quién etiqueta como el modelo del “neoliberal capo”.

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La animosidad generada contra las AFP, se debe a su propia modorra, ineptitud e inacción. Durante 30 años, gracias al marco normativo que los favorece (a partir del Decreto Ley Nº25897 del 6 de diciembre de 1992) se han “sentado en un banco de oro a costa de la futura mendicidad de los aportantes”. Es lógico, si les fluye nuestro dinero “a cantaros”, además de la costosa comisión que nos cobran (supuestamente por administrar nuestros fondos, tan bien que lo hacen y se nota en nuestras cuentas individuales ¿no?) y la prima de seguro (que va para el mismo grupo empresarial), las AFP se han convertido en “vividores del trabajo ajeno”. Los que se llevan “honorarios de éxito” y resultan ser los reales “beneficiarios” de nuestros aportes en la actualidad son el sector financiero, las AFP y las compañías de seguros. Así, al parecer “el vivo vive del sonso y el sonso de su trabajo”.

Las AFP son voraces, no se sacian. Pese a que la gula es un pecado capital, son como un glotón que espera “sentado en su banco de oro” el festín que se les sirve gratis durante 30 años. A las AFP desde su nacimiento “en cuna de oro” hasta su adultez les va bien, muy bien, porque el costo (antes, ahora y en nuestra vejez) lo asumimos los aportantes. Las AFP nunca pierden, siempre ganan.

Eduardo Gamarra Astete. Abogado por la UNSAAC. Egresado de la Maestría en Gestión Pública de la Universidad del Pacífico. Quince años de experiencia en gestión pública laborando en Alta Dirección, Órganos de Línea y de Asesoramiento del Poder Ejecutivo (MEF, MINEDU, MINJUSDH, MTPE, MIDIS, INS, SERVIR, OEFA y SUNAFIL) con especialización en derecho administrativo y derecho laboral.

 


[1] César Abanto. En debate el futuro del sistema de pensiones del Perú. Jurídica N° 758. 2019.

[2] OIT, O. I. del T. (2019). La privatización de las pensiones: tres décadas de fracasos. El Trimestre Económico, 86(343), 799-838. https://doi.org/10.20430/ete.v86i343.926

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