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Entrevista al exdecano del CAL y símbolo de resistencia, Raúl Ferrero, a quien le impidieron ingresar a la sede del Colegio

Entrevista al exdecano del CAL y símbolo de resistencia, Raúl Ferrero, a quien le impidieron ingresar a la sede del Colegio

Por Redacción Laley.pe

miércoles 5 de abril 2023

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Hace ocho años, La Ley entrevistó a Raúl Ferrero Costa, el exdecano del CAL y símbolo de resistencia entre los agremiados, quien en pleno autogolpe de Estado, en 1992, se enfrentó cuerpo a cuerpo, a una cuadrilla de policías serviles al régimen, que intentaron impedirle acceder al Colegio de Abogados de Lima, en Miraflores. 

«Yo soy el decano del Colegio de Abogados, más respeto, señor», le increpó a uno de los efectivos, poco antes de ser reeducido entre varios. Esto quedó registrado en un video histórico que consignamos al final de esta entrevista.


Raúl Ferrero Costa, cincuenta años defendiendo el Derecho 

Se graduó en 1965 y su carrera ha estado marcada por el ejercicio de la profesión, la docencia y la defensa de los valores democráticos. Este es el repaso de la trayectoria de uno de los abogados más respetados del país. 

Escribe: Katherine Subirana Abanto

 

Un 5 de abril de 1992, el presidente Alberto Fujimori ordenó disolver el Congreso de la República e intervenir las instituciones autónomas del Estado, entre ellas el Colegio de Abogados de Lima. Su entonces decano, Raúl Ferrero Costa, defendió con bravura las instalaciones de dicho local y se enfrentó al cuerpo policial en una riña cuyas imágenes quedaron para la posteridad.

Hoy, al conmemorarse 31 años de aquel autogolpe, reproducimos la entrevista que nuestro medio le realizó al abogado en agosto de 2015, en uno de los momentos más importantes de su etapa profesional y académica.

Raúl Ferrero Costa acaba de cumplir medio siglo de abogado y es evidente su emoción cuando habla de ello. Se graduó por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) en 1965 y tras ello estudió un posgrado en la Universidad de Leeds, en Inglaterra, gracias a una beca del gobierno Británico. Su primer trabajo fue en el departamento legal de la multinacional W.R. Grace.

Su hermano Augusto también es abogado. Aunque a primera vista esto pareciera dar a entender la influencia de su padre en ambos, Raúl Ferrero Costa dice que su padre, el reconocido jurista Raúl Ferrero Rebagliati, no tuvo nada que ver en su elección. «Tal vez esperaba que sea abogado como él, pero nunca me lo dijo. Recuerdo que cuando tenía unos 13 años le dije: ‘Papá, quiero ser agricultor. Y me dijo que le parecía muy bien, que era una linda profesión. Conversábamos de eso, cuando de pronto me preguntó: ¿Tú tienes tierras, Raúl?’. Me rei. Fue su forma de hacerme aterrizar. Ese tipo de conversaciones me hicieron ver la realidad de la vida, pero nunca regresar me dijo tienes que ser o hacer esto. Él era muy independiente, y también me enseñó a serlo».

Descartada la agricultura, en algún momento pensó en que podía dedicarse a la historia, un tema que lo atrajo siempre. «Mientras estudiaba Derecho en la PUCP, enseñé historia univer-sal por tres años en el Colegio Raimondi. Por un momento estuve tentado a dedicarme a ello, pero preferí el derecho y la historia quedó como una de mis grandes pasiones», dice. Y hasta hoy tiene en su mesa de noche, siempre a la mano, un libro de historia.

Al terminar su posgrado trabajó unos meses en el departamento legal de W.R. Grace en Nueva York y, luego de ello, la empresa le otorgó una beca para estudiar en la Universidad de Columbia con especialización en negocios, pero esto nunca se concretaría. Es decir, al principio su idea era al Perú, casarse con su novia Teresa Álvarez Calderón, e ir a Nueva York para estudiar, pero a los pocos días de regresar a Lima, en 1968, su padre aceptó ser el primer ministro del entonces presidente Fernando Belaunde Terry.

El apego y compromiso con su familia lo retuvieron en Lima. «Pensé en pasar un tiempo en Lima antes de regresar a Columbia, pues mi padre me podía necesitar. Mientras tanto busqué la forma de ganarme la vida y empecé a armar mi cartera de clientes. Fue complicado, pues mi padre tenía ya el estudio con dos abogados más, pero al ser parte del gobierno yo quería evitar que se dijera que la clientela llegaba por el cargo padre», recuerda. Este temor duró poco, pues ocho de mi meses después de asumir el premierato, Raúl Ferrero Rebagliati tuvo que renunciar a causa de las agitaciones políticas de la época. El joven Raúl decidió no volver a Nueva York tras el golpe de Estado del 3 de octubre de 1968.

Un golpe que cambió su rumbo

Había conocido al general Juan Velasco Alvarado a inicios de los 60, pues coincidieron en un barco que llevaba a ambos a Europa cuando Velasco era destacado a Francia como agregado militar. «El viaje duraba 30 días, y tuvimos tiempo de conversar y conocernos. Entablamos una interesante amistad con él, su esposa y sus hijas… por eso supongo que me buscaron a mí y a mi padre para colaborar con su gobierno tras el golpe de Estado, pero nos negamos. ¿Cómo es posible colaborar con un gobierno autoritario?». Su negativa fue rotunda.

Consolidar su estudio tras negarse a colaborar con la dictadura fue dificil, pero al lado de su hermano Augusto y de Jaime Zavala (equipo al que luego se uniría Ricardo Harten), el Estudio Ferrero se organizó en 1974. Ese mismo año se graduó de doctor en Derecho por la UNMSM. En 1977 el estudio dejó la oficina que ocupaba en el Centro de Lima, al lado del Teatro Segura, y se trasladó al lugar que hasta hoy ocupa, en San Isidro.

En 1975, con el despacho recién encaminado, se fue a trabajar a la oficina de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en Ginebra. «Javier Pérez de Cuéllar me recomendó y pasé dos años estupendos trabajando temas de derechos humanos», recuerda. A pesar de la naturalidad con la que se desenvolvía en dicha área, volvió al Perú en 1977 para retomar su trabajo como abogado y como docente en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), a la cual había ingresado por concurso en 1972 para los cursos de Derecho Civil y Constitucional. Quizá siguiendo también el ejemplo de su padre, la docencia ha ocupado un lugar importantísimo en su vida.

«Soy profesor emérito de San Marcos hace ya 13 años, por lo que ya no soy profesor de planta. Todos los años los alumnos presentan un pedido escrito solicitando que dicte, el decano me llama y yo dicto. Me gusta enseñar, salvo este año que lo he tomado como sabático, y nunca me niego cuando los alumnos lo piden. Ese contacto con los estudiantes me ayuda mucho para estar al tanto de cómo anda el país. Enseñar en San Marcos es también un gran aprendizaje y un honor», dice con un gesto emotivo.

Su paso por el CAL

En 1986 sus exalumnos lo propusieron como candidato a decano del Colegio de Abogados de Lima, siendo elegido como tal en 1987 y reelegido un año después. En el ejercicio del cargo, al que le brindó la mayor responsabilidad sin descuidar su bufete, le dio e especialísima importancia a la defensa gremial, estimulando la autoestima del abogado para que fuera respetado en la administración pública. Se ocupó también de la defensa del Estado de Derecho y de diversas acciones sociales en favor de los abogados.

«Siendo decano, en defensa de la Constitución, a mediados de 1987, nos opusimos enérgicamente al proyecto de estatización de la banca que propuso el gobierno de ese entonces, en cuya lucha denodada obtuvimos el pleno respaldo del gremio hasta la frustración de dicho intento estatizador que hubiera puesto en manos del gobierno todo el sistema bancario, financiero y asegurador», recuerda con orgullo.

Defensa de la democracia

Cuando se produjo el autogolpe de Alberto Fujimori, el domingo 5 de abril de 1992, Raúl Ferrero Costa, entonces senador del Congreso de la República, se convirtió en símbolo de la resistencia contra la dictadura; tenía entonces 50 años.

Fue uno de los primeros en acudir a la citación del Congreso inconstitucionalmente disuelto para reunirse la tarde del lunes 6 de abril en el local del Colegio de Abogados de Lima, en Miraflores; pero esto fue imposible: decenas de policías y militares ubicados en los alrededores impedían el paso. Mientras muchas personas se retiraban al ver que no era posible el acceso, Raúl Ferrero Costa enfrentó a quienes le cerraban el paso, y de ahí viene la imagen suya que guardamos en la memoria y que se transmitió por televisión a nivel internacional.

«Entonces no miré alrededor a ver si había cámaras o cuántas cámaras había. Lo que miraba era a los policías que gritaban e intentaban asustarme con las armas», recuerda Raúl Ferrero. Todas las imágenes que refrescan la memoria de la oposición al gobierno fujimorista están a disponibilidad de las nuevas generaciones a un click de YouTube.

«El golpe de Estado fue un domingo en la noche. Yo no vi el anuncio. Me enteré porque me llamaron por teléfono dos miembros del CAL. Entonces, al día siguiente fui a la sesión del Congreso que se había convocado y es cuando me enfrento al policía que no me dejaba pasar. En ese momento yo no era decano, pero había sido decano dos años antes, y en un intento de entrar me puse la cinta de decano del CAL y los confronté a ellos argumentando que era mi colegio, mi casa, y que no me podían prohibir el paso. Ahí ocurre el enfrentamiento, me detienen y me ponen en un coche portatropas, pudiendo escaparme poco después por la otra puerta. No me iba a quedar ahí a ver a dónde me llevaban. Sabe Dios dónde», cuenta.

Un paso por la política

Tras el golpe de Fujimori de 1992, Yolanda Costa le dijo con tristeza a su hijo, el senador Raúl Ferrero Costa: «Qué difícil es ser demócrata en el Perú».

Raúl Ferrero llegó al Congreso como senador en 1990, de la mano del Fredemo. No había militado en un partido, a pesar de su cercanía con Acción Popular. Tras su salida del Senado se alejó de la política y se dedicó a la dificil tarea de consolidar su Estudio de abogados. No fue tarea sencilla.

En 1994, Javier Pérez de Cuéllar lo invitó a formar parte de su nuevo proyecto político, pero declinó con amabilidad. Después del 92 su alejamiento de la política partidaria fue paulatino, pero siempre estuvo cerca de[cualquier acción que significara defender la democracia. «No fue una decisión dejar la política, fueron las circunstancias». Y prosigue: «Me alejé de la política, pero nunca de la convicción de la necesidad de vivir en democracia. En 1997, junto a Valentín Paniagua y Juan Monroy, asumí la defensa de los tres magistrados del Tribunal Constitucional que habían sido destituidos por declarar inconstitucional la ley que permitió la ‘rereelección’ de Fujimori. Fue una lucha desproporcional que perdimos en ese momento, pero nuestro trabajo sirvió para que, una vez recuperada la democracia, repusieran inmediatamente a los tres magistrados».

Lejos de las canchas políticas celebra sus 50 años como abogado, trabajando como el primer día, por el crecimiento de su ya consolidado estudio, y celebrando la oportunidad de seguir dictando cátedra a solicitud de los alumnos sanmarquinos. Este último es, quizá, su mayor galardón.

  

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