Después de 39 años de reinado, Juan Carlos I abdicó el cargo a su hijo, el príncipe Felipe de Bordón para que asumiera como rey de España. En el anuncio del saliente soberano, afirmó que deja el lugar a una nueva generación que reclama un papel protagonista.

Y con referencia a su hijo y sucesor, Felipe de Borbón, indica que tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la jefatura del Estado.

Por su parte, el príncipe de 46 años y futuro monarca del país ibérico tendrá la pesada tarea de reivindicar la imagen de su familia, puesto que la baja popularidad del saliente Juan Carlos se debió a sus escándalos; por haberse ido de cacería durante la crisis y la supuesta infidelidad hacia su esposa.

Felipe de 46 años y casado con Sofía de Grecia, deberá convencer a la ciudadanía acerca de la utilidad de la monarquía, cuya sucesión al trono favorece más al hombre sobre la mujer, puesto después de él, pasaría a gobernar su hija mayor, Leonor de 8 años, a menos que tenga un varón.

Se necesita una ley orgánica

Para poderse concretar la ascensión al trono, el Gobierno deberá convocar un consejo de ministros extraordinario y promover un cambio legislativo inmediato para acelerar la sucesión en la jefatura del Estado de Felipe.

El artículo 57.5 de la Constitución Española establece que las abdicaciones y renuncias deben resolverse a través de una ley orgánica que hasta la fecha no se ha desarrollado. Es por ello que el jefe de gobierno, Mariano Rajoy anunció que se deberá aprobar dicha ley y esperaba que en corto plazo las Cortes proclamen como rey a Felipe.

Esta noticia provocó que miles de españoles antimonárquicos se congregaran en la Puerta del Sol de Madrid y otras 20 plazas en todo el país, pidiendo un referéndum por la república, todo esto entre gritos y manifestaciones que decían: “¡España mañana será republicana!”