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Sobre un juez peruano valiente, la crisis y posibles soluciones

Sobre un juez peruano valiente, la crisis y posibles soluciones

El autor sostiene que, ante la crisis actual, es fundamental meditar críticamente sobre la forma de elección de los jueces y fiscales. Asimismo, señala que la falta de predictibilidad juega a favor de los malos operadores jurídicos, por lo que considera adecuado cultivarla de la mejor manera.

Por Fort Ninamancco Córdova

miércoles 18 de julio 2018

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Con Lima tomada por la violencia militar chilena, comandada por Cornelio Saavedra y Patricio Lynch, un grupo de jueces no se amilanó ante ello y, al contrario, plantó cara a la peligrosa amenaza exterior en defensa de su independencia. Eran los jueces de nuestra Corte Suprema, encabezados por Juan Antonio Ribeyro. Con las armas de la razón y el Derecho, no dudaron en enfrentarse a la milicia chilena para recordarle, varias veces, que la independencia jurisdiccional era una institución republicana que ni siquiera una guerra podía destruir.

En la crisis actual, manifestar nuestra indignación está sobradamente justificado. Es una pena, una tragedia, que aquello por lo cual Ribeyro daba la vida, valga tan poco para algunos hoy. Pero indignarse está demasiado lejos de ser suficiente. No podemos perder de vista que las soluciones deben ser el centro de nuestra atención. Si queremos independencia para nuestros jueces, eso requiere mecanismos de selección de magistrados que sean independientes también, que sean impermeables no solo frente a los sobornos, sino también frente a la «argolla» o el «tarjetazo».

En estos días, se han venido formulando una infinidad de propuestas para reformar el servicio de administración de justicia. ¿Desterrar la provisionalidad? Interesante, pero un momento: ¿los implicados en la crisis no eran acaso magistrados titulares? La titularidad en el cargo es una garantía insuficiente. ¿Elecciones universales para elegir a los presidentes de cortes? Sin embargo, ¿cómo fueron elegidos César Álvarez y Roberto Torres? Aumentar la “base electoral” judicial no creo que sea de gran ayuda.

Creo que debemos mirar a otros aspectos del problema. Insisto en que es fundamental meditar críticamente sobre la forma como se eligen a nuestros jueces y fiscales. Yo me atrevería a decir que las «entrevistas personales» para los aspirantes a magistrados deberían desaparecer o debieran ser realizadas por un grupo de personas elegidas al azar y mantenidas en aislamiento (tal como un jurado en USA). Lo mismo para los profesores encargados de hacer las preguntas para los exámenes escritos. Estoy convencido de que necesitamos evaluaciones de corte más objetivo, pues dar amplio espacio a elementos subjetivos, en este país, lamentablemente implica dar armas a los cultores del soborno o a los promotores de la “argolla”. Ergo, no sólo se trata de personas, también de los procedimientos. El tema es muy complejo, pero no podemos olvidar que situaciones extremas, requieren medidas extremas.

Hace casi tres años, la Corte Suprema me nombró como Amicus Curiae de uno de sus Plenos Casatorios Civiles, desde ese entonces estoy convencido de que la promoción de la predictibilidad judicial es un factor de mejora del servicio de administración de justicia. Bien ha hecho el jusfilósofo Jorge Malem Seña en destacar la relación que existe entre la inseguridad jurídica y la corrupción. A decir verdad, habría que estar bastante desorientado para no darse cuenta de que la falta de predictibilidad juega bastante a favor de los malos operadores jurídicos. Es más, el propio Ribeyro se habría dado cuenta de ello, por eso impulsó con fuerza la publicación de los Anales judiciales, para hacer posible, por vez primera, el debate público sobre los criterios jurisprudenciales peruanos. Así que mientras los grandes cambios se van sucediendo (si es que empiezan a suceder), tratemos de cultivar esa predictibilidad de la mejor manera que nos sea posible.

Y no seamos pesimistas: el día de ayer dicté una conferencia en mi amada San Marcos, en la que hablé sobre una interesante y muy reciente sentencia en casación que hace respetar una regla vinculante del IV Pleno Casatorio Civil, ante su violación flagrante en una Corte Superior, la Cas. N° 4069-2016-Ventanilla. Una sentencia que favorece la predictibilidad y que nos muestra que existen jueces que hacen un trabajo valioso en pos de cultivarla. Personas que, como todos nosotros, tienen defectos y virtudes (de hecho, el propio Ribeyro ha sido criticado en su labor como ministro), que pueden equivocarse, pero que tienen una gran vocación de servicio.

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