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A propósito del Día del Juez

A propósito del Día del Juez

La autora reflexiona sobre las actuales condiciones laborales de los jueces y juezas del país. Así, manifiesta que tales condiciones no son de las mejores, empezando por la excesiva carga laboral, pero hay jueces y juezas que son conscientes de su responsabilidad con el país y con los litigantes, no bajan la guardia ni se apartan del juramento que hicieron al asumir sus cargos: respetar la Constitución y las leyes.

Por Clara Celinda Mosquera Vásquez

martes 6 de agosto 2019

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Cada 4 de agosto se celebra el Día del Juez, el cual no solo es un día de celebración sino también de reflexión para los jueces y juezas del Perú. Reflexión necesaria ahora más que nunca ante los delicados momentos que vive la judicatura a consecuencia del descubrimiento de la presunta existencia de una organización criminal integrada por jueces de una Corte Superior de Justicia del país.

Como era de esperarse, esta situación -en la que están vinculados algunos jueces que no constituyen ni el 5% de los jueces del Perú- ha acarreado serios cuestionamientos a la judicatura, soslayándose que el fenómeno de la corrupción no solamente alcanza a esta, sino que, lamentablemente abarca a los tres Poderes del Estado. Hemos sido testigos, del cómo en las investigaciones se está incorporando a ex presidentes de la República, congresistas, presidentes regionales, alcaldes, entre otros. 

Pese a lo señalado, la judicatura resulta ser la más cuestionada. Quizá se deba a las repudiables conversaciones telefónicas interceptadas por la DIVIAT, puestas en conocimiento de la ciudadanía,  y que precipitaron la fuga al exterior  de un juez supremo, la detención de un presidente de Corte Superior, lo mismo que de ex jueces, mientras que otros eran separados de sus cargos.

El cuadro sin duda es alarmante. Pero el escándalo no puede cubrir una realidad contundente: la existencia de una mayoría de jueces y juezas honestos que no negocian sus fallos ni que venden su conciencia; y que cumplen con su delicado trabajo en condiciones nada óptimas, empezando por la  excesiva carga procesal, que debido a diversos factores deviene en un gran problema que resulta casi imposible solucionar, y que ha llevado ya a un presidente de Corte Superior ha declarar en emergencia únicamente una sola de sus áreas, pese a que la sobrecarga procesal existe en todas las especialidades.

Esa resolución debería ser imitada por los demás presidentes de Corte, a fin de que se preste atención al sistema de administración de justicia, cuyo presupuesto, como bien sabe, sigue siendo insuficiente para atender la demanda de los justiciables.

Jueces y juezas, además, que sacrificando su tiempo libre y la atención a su familia, continúan capacitándose para hacer frente a las elevadísimas exigencias académicas establecidas por el antiguo Consejo de la Magistratura, que esperamos sean analizadas y reestructuradas por la Junta Nacional de Justicia. En este sentido, debe responderse a una pregunta clave: ¿qué tipo de jueces requiere la judicatura? O se opta por aquellos que tengan capacidad y preparación suficiente y una sólida solvencia ética para resolver los casos que llegan a sus manos –lo que consideramos lo óptimo– o se tiende a priorizar a los jueces 100% académicos.

Mención especial merecen aquellos jueces y juezas que no se amilanan al momento de conocer casos delicados y mediáticos, los que además resuelven con prontitud, soportando todo tipo de presiones, en las que deben incluirse las denuncias e investigaciones de las que son objeto, por supuestas irregularidades funcionales. Denuncias que las hacen quienes se encuentran disconformes con las decisiones adoptadas, a pesar de que existe la garantía constitucional a la doble instancia. 

Algo más. Sabemos de jueces y juezas que, en la actualidad tienen problemas de salud derivados del stress laboral como consecuencia de la falta de condiciones favorables para desempeñar sus funciones, y a la exigencia en el cumplimiento  de inalcanzables metas de producción; que han convertido a la judicatura en una especie de fábrica, donde a fin de mes todos estamos preocupados por alcanzar los estándares de producción establecidos desde un escritorio por técnicos que poco o nada saben sobre el trabajo judicial. Para quienes, por ejemplo, una audiencia no constituye un hito de producción, como tampoco lo son diversos tipos de autos que pese a ser expresión del trabajo de los jueces, han sido excluidos de la lista de los famosos requerimientos de producción.

¿Se conoce que muchos jueces y juezas no toman sus licencias, sea por salud o capacitación y continúan asumiendo sus labores debido a que dejar de laborar un día significa encontrar a su retorno el trabajo acumulado y reprogramadas sus audiencias? Todo porque lamentablemente, hay que señalarlo, existen también algunos malos jueces que, pese a no tener programadas diligencias, se niegan a asumir las licencias otorgadas a sus colegas, llegando incluso también a enfermarse. Situación que merece ser revisada por la Oficina de Control de la Magistratura, pues es inconcebible que se cuestionen justas licencias, así como también deben investigarse y hacerse el seguimiento de aquellos malos jueces que se “pelotean” los procesos, ocasionando perjuicios a los litigantes que se ven sorprendidos por tamaño espectáculo.

En este repaso rápido de las condiciones laborales de jueces y juezas, no podemos pasar por alto un clamor de la judicatura: resulta necesario y urgente que nuestras remuneraciones se otorguen en los porcentajes que establece nuestra Ley Orgánica. Así debe incluirse el bono por la función jurisdiccional, el que además debe ser pensionable y se evite que los colegas cesantes tengan que acudir a los tribunales para exigir su justo derecho a una remuneración acorde al trabajo que desempeñaron hasta los 70 años de edad.

Como se observa, esas condiciones no son de las mejores, pero los jueces y juezas que somos conscientes de nuestra responsabilidad con el país y con los litigantes, no bajamos la guardia ni nos apartamos un milímetro del juramento que hicimos al asumir los cargos que ostentamos: respetar la Constitución y las leyes.

Vaya entonces para mis colegas jueces y juezas valientes, honestos y trabajadores del Perú mi saludo por el Día del Juez. Un saludo especial a los que pertenecen a las Cortes Superiores de Justicia de Ventanilla, Lima Norte y Ucayali.

A los malos jueces, a aquellos que pese a su juramento lo incumplieron, que vendieron sus conciencias y se pasaron al “lado oscuro”, vaya nuestro desprecio eterno.

¡¡¡Feliz Día del Juez y de la Jueza a los honorables magistrados del Perú!!!

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