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Tributo a mis colegas (II). Luz Elena Jáuregui Basombrío Viuda de Chalco

Tributo a mis colegas (II). Luz Elena Jáuregui Basombrío Viuda de Chalco

Jaime David Abanto Torres: «Cuando regresábamos del trabajo conversábamos mucho, pues me compartía sus experiencias como auxiliar jurisdiccional, jueza de paz letrado, jueza especializada y jueza superior provisional en las distintas especialidades. La Dra. Jáuregui era de esa generación en que las juezas brillaban por sus méritos propios, en igualdad de condiciones con los jueces, y sin necesidad de ningún tipo de ayuda de las hoy tan socorridas cuotas de género».

Por Jaime David Abanto Torres

domingo 14 de febrero 2021

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Recuerdo que, en setiembre de 2009, estaba trabajando en el Despacho del Primer Juzgado Civil de Lima, en el Piso 13 del Edificio Javier Alzamora Valdez, mientras el personal hacía la limpieza de los vidrios por la parte exterior. Estaba yo sentado en mi escritorio de espaldas a las ventanas, y de un momento a otro, una de ellas se rompió, los pedazos de vidrio salieron disparados como proyectiles y sentí como uno de ellos rozaba mi cuello. Confieso que nunca había sentido la muerte tan cerca de mí, pero definitivamente, comprendí que no era mi hora.

Tiempo después, me encontré en el ascensor con la Dra. Luz Elena Jáuregui Basombrío de Chalco, quien estaba enterada de lo sucedido y me dijo que lo acontecido había sido por algo. Confieso que lo dicho por la Dra. Jáuregui me dejó pensando, pero creo que al final, ella tenía toda la razón.

Una mañana, a mediados de marzo de 2011, recibí una llamada de la Secretaría de la Presidencia de la Corte Superior de Justicia de Lima. Por encargo del Señor Presidente, Héctor Lama More, se me dijo que se necesitaba un Juez Superior Provisional en la Sala Mixta Descentralizada de Ate, en el Asentamiento Humano Horacio Zeballos, más conocido como Pariachi. Ningún colega había aceptado la designación por la lejanía del lugar. Teniendo en cuenta que era uno de los pocos de mi promoción de jueces de mayo de 2002, que no había sido designado como Juez Superior Provisional, acepté la designación.

Y pude conocer la Sede, que actualmente pertenece a la Corte Superior de Lima Este, a la que pertenezco en la actualidad. El colegiado de la Sala estaba conformado por los Señores Juan Miguel Vargas Girón, Luz Elena Jáuregui Basombrío de Chalco y María Rosario Niño Palomino de Villarreal.

Como fui designado por vacaciones del Dr. Vargas, Presidente de la Sala, la Dra. Jáuregui, había asumido la presidencia, me recibió y me puso al tanto del sistema de trabajo, su competencia territorial, y la carga procesal, en su gran mayoría de procesos penales tramitados con el Código de Procedimientos Penales de 1940. Obviamente, yo no tenía experiencia como juez penal, pero sí recordaba que me enseñaron dicho Código en mi paso por la Facultad de Derecho de la Universidad de Lima. Cómo olvidar a los Doctores Reynaldo Martín Figueroa y Juan Portocarrero Hidalgo en los cursos de Derecho Procesal Penal y Práctica Penal, respectivamente. Y a los Doctores José Antonio Santos Chichizola en Derecho Penal I y Luis Ramírez Aguirre en Derecho Penal II.

La Dra. Jáuregui compartió conmigo una secuencia para llevar las audiencias de los juicios orales. También me enseñó a estudiar y dar cuenta de los expedientes penales. Cuando íbamos al Penal de Lurigancho, ella aprovechaba el viaje para ir estudiando sus cuadernos de apelación, que tenían plazos muy rápidos para su resolución. Aprendí mucho viéndola en las audiencias como directora de debates. Y en las audiencias dirigidas por otro colega, muchas veces sus interrogatorios a las partes o testigos ayudaban mucho al esclarecimiento de los hechos.

Una buena práctica de la Dra. Jáuregui era que las entrevistas con los litigantes y abogados se realizaban ante el Colegiado en Pleno. Ello ahorraba tiempo a los usuarios, pues no tenían que programar y emplear tiempo en tres entrevistas por separado, y garantizaba la transparencia, pues algunas veces los abogados y litigantes les narran versiones diferentes a los jueces superiores en las entrevistas individuales. Y finalmente, la entrevista conjunta disuadía a las partes y sus letrados de intentar cualquier acto de corrupción.

La Dra. Jáuregui era muy respetuosa de las opiniones ajenas. Nunca se incomodaba si algún colega no concordaba con su ponencia. Del mismo modo, exponía con total libertad las razones de sus discrepancias con las ponencias ajenas. Siempre decía que cuando un caso se resolvía en discordia, exponiendo diversidad de puntos de vista, se demostraba al litigante y a su abogado que su asunto había sido bien estudiado por los magistrados.

Cuando regresábamos del trabajo conversábamos mucho, pues me compartía sus experiencias como auxiliar jurisdiccional, jueza de paz letrado, jueza especializada y jueza superior provisional en las distintas especialidades. La Dra. Jáuregui era de esa generación en que las juezas brillaban por sus méritos propios, en igualdad de condiciones con los jueces, y sin necesidad de ningún tipo de ayuda de las hoy tan socorridas cuotas de género. 

La Dra. Jáuregui cesó por renuncia el 7 de abril de 2014. En este Día de la Amistad, quiero brindarle mi más sincera gratitud por sus enseñanzas y experiencias compartidas y por su amistad.


Jaime David Abanto Torres es abogado por la Universidad de Lima y cuenta con estudios en la Maestría en Derecho Constitucional de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Además, es juez titular del 2° Juzgado Civil de Ate, de la Corte Superior de Justicia de Lima Este y fue juez titular del 1º Juzgado Civil de Lima, de la Corte Superior de Justicia de Lima.

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