El pasado 03 de octubre, el mandatario Pedro Castillo anunció en el Cusco el lanzamiento de la Segunda Reforma Agraria. Precisó que con esta reforma no se busca expropiar tierras, ni afectar el derecho a la propiedad.

La Segunda Reforma Agraria cuenta con determinados ejes de trabajo, entre los cuales se encuentran la creación de un gabinete de desarrollo agrario y rural, apoyo directo e inmediato para los agricultores en crisis, instalación de una planta de fertilizantes de fosfatos en Bayóvar, cuidado del agua, entre otros.

En este contexto, el especialista en temas rurales y agrarios Laureano del Castillo expresa que de concretarse esta reforma estaríamos en un punto de inflexión, en tanto durante 26 años hemos tenido un régimen que solo favorece al 0.1% de las unidades agropecuarias frente a un 97% perteneciente a la agricultura familiar, pequeños propietarios, minifundistas y medianos propietarios.

Es así que el director ejecutivo del CEPES analiza algunas de las problemáticas de esta Segunda Reforma Agraria.

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El tema del agua

El director ejecutivo del CEPES señala que el Perú cuenta con una buena cantidad de agua, pero esta se encuentra mal distribuida. Una enorme cantidad se va a la vertiente del Atlántico, digamos la región amazónica, y una cantidad muy baja, menos del 2% del agua disponible, se queda en la vertiente occidental; es decir la Costa donde están las principales ciudades, lo principal de la agricultura y agroexportación, universidades, etc.

Y esto es importante pues uno de los ejes de esta Segunda Reforma Agraria es el tema de la infraestructura hidráulica. Sobre esto se han tocado dos puntos. El primero, la intención destrabar grandes proyectos de agregación. El segundo ha sido la siembra y cosecha de agua.

Uno de estos puntos significa que se seguiría trasvasando agua de las partes altas de la sierra, que son aguas que van a la vertiente oriental de los Andes y entonces se reduciría la disponibilidad de agua para estos agricultores- la mayoría de ellos pobres-que están ubicados en la serranía.

Existen desbalances, indica Laureano Del Castillo, y este tema de la conservación la tierra no está suficientemente atendido y en tanto, no se ha inventado hasta ahora la agricultura sin agua, sería bueno tomar en consideración este importante factor para mejorar todo el tema agrícola.

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Los beneficios no son para todos

Este 0,1% de las unidades agropecuarias ha gozado de una rebaja del 50% del impuesto a la renta; asimismo, tienen facilidades para el pago del IGV, cuentan con una depreciación no anticipada de activos y un régimen laboral especialísimo.

En este sentido, Laureano del Castillo considera tiene que haber un beneficio que permita a las empresas ir generando valor y al mismo tiempo ir aliviando la carga fiscal que supone esta promoción, de modo que se permita derivar paulatinamente fondos también para la inmensa mayoría de productores que son pequeños agricultores.

Existen empresas como Gloria que controlan-sumando sus varias propiedades-más de cien mil hectáreas; del mismo modo, muchísimos grupos empresariales tienen arriba de veinte mil hectáreas. Por este motivo, Del Castillo señala debería existir un reglamento que regule un impuesto sobre la propiedad de la tierra que exceda el límite de tres mil hectáreas, con la excepción de las comunidades campesinas y nativas.

Aun así, “la cifra que tenemos es que este año la agroexportación va a seguir incrementándose y sigue batiendo récords de ventas” indica Laureano del Castillo, lo que no significa que existan varios puntos que atender.

La agricultura es importante en el país, pero se desarrollen espacios aún reducidos y, por eso mismo, es necesario hacer todos los esfuerzos para sacarle el mayor provecho y a sus ciudadanos darles las condiciones de vida que merecen.