La reina Isabel II acaba de fallecer a los 96 años, en su residencia de Balmoral y rodeada por toda su familia. Una familia algo dividida por conflictos que ocuparon titulares de prensa durante los últimos años de vida de Isabel II.

Uno de esos tantos conflictos que concentró el interés de abogados y abogadas, es el referido a la custodia de Archie, el hijo del príncipe Harry y Meghan Markle, la popular actriz de la serie de abogados Suits. 

A lo largo de los últimos años, en torno a este caso, se invocó una antigua ley inglesa que le otorgó la custodia de sus nietos a la reina Isabel II. Una ley promulgada hace tres siglos, a orden del rey George I, que precisa que la reina tiene la custodia legal de sus nietos (y bisnietos), de acuerdo a la revista Vogué y multiples diarios que hicieron eco de la norma inglesa.

En esa misma línea, la experta en realeza, Marlene Koenig, quien sostuvo durante una entrevista que la familia debe acatar esta orden debido a una antigua legislación instaurada durante el reinado de George I.

Era conocida como la Gran Opinión para la Prerrogativa de la Familia Real y se refería al control del rey sobre la educación, la crianza y el matrimonio de sus nietos, explicó.

Es importante recordar que el régimen político de Inglaterra es el de una monarquía constitucional, con un gobierno parlamento. 

La operación unicornio 

A inicios de 1960 se elaboró un sofisticado plan milimétricamente orquestado y diseñado para cuando llegara este día de luto nacional.

Al morir en Escocia, el cuerpo de la reina será trasladado inicialmente a la sede del Parlamento escocés, el palacio de Holyrood, donde se interrumpirá automáticamente todo tipo de actividad parlamentaria y se pone a disposición de los ciudadanos un libro de condolencias.

Allí será custodiada por la Compañía Real de Arqueros, que adornarán sus sombreros con plumas de águila.

El siguiente paso será trasladar, por la avenida Royal Mile en Edimburgo, el cadáver hasta la Catedral de St Giles, donde yacerá en la capilla ardiente y donde se celebrará un primer servicio.

Para el llamado D-Day+2 se contempla que el ataúd de la reina se traslade al palacio de Buckingham, en Londres, desde Balmoral en tren, desde la estación de Waverley, lo que se ha llamado Operación Unicornio, el protocolo contemplado si la reina muere en Escocia.

Se anticipan multitudes aguardando al paso del tren en diferentes localidades para arrojar flores a los vagones.

De acuerdo a este guión, el día D+3, el nuevo monarca británico se embarcará en una gira por todo el país, donde visitará Edimburgo, Belfast y Cardiff y asistirá a servicios en recuerdo de su madre.

Para el denominado D+5 (día 6 tras la muerte), el ataúd se trasladará a Westminster Hall, donde yacerá durante cuatro días hasta que llegue el momento de la procesión desde el palacio de Buckingham, que atravesará el Mall -el primer gran desfile militar de esta operación- pasará por las Guardas a Caballo (Horse Guards) y por el Cenotafio. Un recorrido similar al trazado por la procesión de la Reina Madre en 2002.

Antes de que llegue el amanecer del D+10 -el día de la celebración del funeral-, se extraerán las joyas reales del ataúd y se limpiarán, al tiempo que esa jornada será declarada festiva a nivel nacional, con los comercios y la Bolsa de Valores de Londres cerrados.

El día del funeral -D+10-, a las 9.00 de la mañana, el Big Ben se dejará oír para anunciar el funeral de estado por la reina en la Abadía de Westminster, que acogerá a 2.000 invitados.