5 tips de Mario Castillo Freyre para ser un buen abogado civilista (entrevista)
Entrevista realizada por Laley.pe en el 2015
Entrevista realizada por Laley.pe en el 2015
El abogado civilista Mario Castillo Freyre fue entrevistado por Laley.pe en el 2015. En esa conversación, brindó 5 tips para ser un buen abogado civilista y nombró a sus mentores en el derecho.
Mario Castillo Freyre también le contó a Laley.pe sobre el camino que recorrió para convertirse en uno de los mejores civilistas del país.
Entrevistadora: Karen Burbano
«No siempre quise ser abogado». Esa es la primera reflexión que comparte con nosotros Mario Castillo Freyre, reconocido abogado especializado en Derecho Civil y Derecho Arbitral con más de 20 años dedicado a la profesión. A pesar de ser nieto del renombrado tributarista Juan Lino Castillo Vargas, e hijo del exmagristrado Juan Cancio Castillo Vásquez, dudó -en un inicio- dedicar sus día al Derecho. Sin embargo, hoy, ya asentado en el Estudio que porta su nombre, rememora episodios de su trayectoria que, sin duda alguna, sirven como plantilla para los jóvenes abogados que pretenden abocarse al Civil. Castillo Freyre anhelaba ser un piloto comercial o arquitecto aeronáutico; no obstante, por una estrecha relación con su familia decidió descartar esas opciones, debido a que estudiar ambas carreras significaba mudarse al extranjero y desarraigarse del país.
Ya al finalizar la etapa escolar, sintió que Derecho sería una buena opción, y se encaminó a ella, ingresando así a la Universidad Católica del Perú, en donde destacó de sobremanera. Esa actitud hizo que desde el tercer ciclo de Derecho realice sus prácticas pre-profesionales en el prestigioso Estudio Olaechea. Al entrar ahí, el civilista tuvo un segundo dilema sobre su camino profesional. Y es que Juan Pablo Olaechea, cabeza del estudio, fijó su mirada en él, pero para que se forjara como un tributarista. El estigma de su abuelo Juan Lino lo perseguía, y como único nieto abogado debía seguir sus pasos.
La tradición profesional pesaba sobre él. “El primer día de prácticas, Manuel Pablo Olaechea, me dijo que si yo decidía ser abogado tributarista, una de las oficinas del Estudio sería mía. Obviamente, hice todo lo que estuvo a mi alcance para ser tributarista. Me saqué la nota más alta de la clase con Armando Zolezzi Möller, en Tributario I-Principios Generales; pero, a pesar del extraordinario dictado de Humberto Medrano Cornejo en el curso de Tributario II-Impuesto a la Renta, me convencí de que el Derecho Tributario no era lo mío”.
Castillo Freyre decidió sumergirse en el Derecho Civil por dos razones que, sin duda alguna, relatarlas sirven como recomendación para los jóvenes abogados que ahora se encuentran en la misma disyuntiva de definir la especialidad que perseguirán.
A través de la lectura y la exploración Castillo Freyre descubrió su vocación. “Cuando ingresé a practicar al Estudio Olaechea, el local de la sala de practicantes estaba ocupado, de tal manera que, al menos durante mi primer año de prácticas ocupé la biblioteca del Estudio. Se trataba de la biblioteca de Derecho más importante del país, con varios miles de libros de las más diversas especialidades, pero con un acento muy arraigado en obras de Derecho Civil”. Es evidente que si no tienes noción de cada especialidad que el Derecho posee, ¿cómo se podrá definir por cuál optar?
El joven estudiante no desaprovechó la oportunidad de consultar obras muy selectas de Derecho Civil, y descubrir, además, con el transcurrir de los cursos universitarios, la riqueza de esta área. Castillo Freyre llegó a la determinación de que Civil es como “la columna vertebral del Derecho”. Por tanto, no dudó en dedicarse a desarrollarla.
“Era imposible, trabajando en esa biblioteca, no enamorarse del Derecho Civil, teniendo tan cerca y leyendo obras tales como los tratados de Baudry-Lacantinerie, Laurent, los Mazeaud, Huc y otros clásicos del Derecho, cuya lectura marcó, de manera indeleble, mi formación doctrinaria”, narra Castillo.
Un segundo detalle, no menos importante, es que Castillo Freyre tuvo el privilegio de contar con un excelente grupo de profesores que lo inspiró para ser un destacado civilista. Además, en esos tiempos, mientras cursaba los primeros ciclos de la universidad, se promulgó el Código Civil de 1984. “Prácticamente, todos quienes habían elaborado el Código Civil, eran nuestros profesores en la Facultad. Era una época de descubrimientos y deslumbramientos, en la que estudiábamos figuras e instituciones que, por primera vez, se habían regulado en un Código Civil en nuestro país, lo que motivaba interesantísimos debates en clase”.
Castillo nombra una larga lista de mentores, más de 15 se encuentran en su registro, y los recuerda uno a uno por orden de aparición en los semestres académicos. Jorge Avendaño Valdéz, Manuel de la Puente y Lavalle, Carlos Cárdenas Quirós, Héctor Cornejo Chávez, son algunos de ellos. Sin embargo, no deja de hacer una especial mención a un maestro y excelente amigo suyo que fue su guía y lo acompañó por más de veintiún años: Felipe Osterling Parodi.
“Felipe había sido mi profesor de Obligaciones, y todos lo admirábamos por sus grandes condiciones como abogado en ejercicio, y por ser un político de nota. Siempre estaré muy agradecido a Dios por haberme dado la oportunidad de investigar y escribir junto a él”, confiesa Castillo Freyre. Sobre esta sucinta reseña, se deja en evidencia que el toparse con tan importantes figuras no debe ser una situación en vano, o mera suerte, sino que debe ser aprovechada en su total dimensión.
Recibir información de primera, profundizar en las posturas o doctrinas, o investigar, no deben ser actividades ajenas a un abogado, y qué mejor de la mano de mentores que secundan tu desarrollo profesional.
La etapa de prácticas pre profesionales, como lo mencionamos antes, significó para el destacado civilista un aprendizaje diario y de diversas materias; no obstante, existe un detalle adicional que marcó en él una importante pauta. “Esta etapa fue interesante, dado que los practicantes no estábamos asignados a un abogado en específico, sino apoyábamos a los doce abogados del Estudio”, recuerda puntualmente. Es así que Castillo Freyre rescata que es infalible que desde temprano se vean temas de todas las materias.
Es un plus importante tener una buena formación en los aspectos centrales de la profesión: Derecho Civil, Procesal y Constitucional. Al lograr ello, podrán recorrer, sin problema alguno, cualquier área del Derecho; incluso, resalta de sobre manera, alguna que todavía no exista y se forje en el futuro.“Hay casos en los cuales los jóvenes abogados terminan siendo algo así como una especie de superespecialistas de una subespecialidad, en la cual su desempeño es óptimo. Sin embargo, todos debemos saber que no siempre la vida nos va a mantener en la misma posición, y tampoco necesariamente viendo los mismos temas”, acota finalmente.
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